El autor madrileño ejerció la psiquiatría hasta el año 1994 en que pudo dedicarse por completo a la literatura. Ha escrito varias novelas con las que ha conseguid diversos premios literarios. En esta ocasión rescata la historia del falangista Víctor Martínez-Simancas para componer su thriller literario lleno de espías franquistas que se tienen que desenvolver en Marruecos.
Con la vieja treta cervantina de encontrar un manuscrito perdido, José Carlos Somoza hace un recorrido por el país vecino en medio de diversas hostilidades. Una historia de secretos y traiciones que encandila al lector desde las primeras páginas. El pulso narrativo del autor se mantiene en toda la novela y da una perspectiva, hasta ahora desconocida, del Norte de África donde la dictadura de Franco tenía demasiados intereses, tanto económicos como políticos y militares. En la entrevista, Somoza nos desvela algunos secretos de esta intrigante novela.
¿Cómo cayó en sus manos la historia del falangista Víctor Martínez-Simancas?
Un amigo me recomendó que leyera la biografía de Víctor Martínez-Simancas García, escrita por José Manuel Guerrero Acosta, "La vida dos veces". Fue un libro que me atrajo desde el principio por contar con muchos datos la vida de un miembro de la inteligencia militar de la época.
¿Qué le atrajo de un personaje tan singular?
En principio, que resultaba difícilmente clasificable. No podía ser definido -como nadie puede serlo- por una ideología concreta. Creo que era una persona honesta que creía en aquello por lo que luchaba. Ese simple hecho, en relación con un período de nuestra historia como el franquista, me pareció estimulante a la hora de crear un personaje que, independientemente de sus creencias, era un idealista.
¿Cuánto tiene de histórico y cuánto de ficción su novela?
Hay muchos datos reales, sobre todo en relación con el funcionamiento de los servicios de inteligencia de la época. La forma en que se reunían, el uso de confidentes; las, a veces, rudimentarias maneras de comunicar o robar información; las medidas de seguridad... Para ello me reuní con colaboradores de Martínez-Simancas, incluso viajé a los sitios donde vivió.
Para usted, ¿qué es más importante tener una buena trama y unos buenos personajes?
Opino como Wilkie Collins, si tienes unos buenos personajes la historia ya está creada. Aunque no soy de los que lo sacrifican todo por los personajes y una trama laberíntica no me parece desdeñable.
¿De dónde o de quién partió para escribir la historia?
Mi principal interés era escribir algo histórico pero reflejar la crucial importancia que tiene en nuestro presente. Para ello me serví de dos tramas distintas, si bien la historia de Carvajal es la más desarrollada y elaborada de las dos.
Nada sucede porque sí, de alguna forma todo se ha ido gestando
Gran parte de la novela se desarrolla en el Marruecos que anteriormente había sido español. ¿Qué le atrae de esa parte del país marroquí?
Su constante vitalidad y el hecho de que, por raro que parezca, hemos vivido siempre sumidos en una profunda ignorancia respecto de ese país, tan decisivo en nuestra propia historia reciente. Creo que, tal como indico en la novela, muchos de los enfrentamientos que se viven hoy "a lo grande" entre el mundo occidental y el musulmán ya se vivían en pequeño en aquellos años entre España y Marruecos.
¿Quedan muchos episodios de nuestra historia en Marruecos que contar?
Creo que quedan, precisamente, los episodios de esa política encubierta que siempre ha sido material para los escritores, y que se refleja sobre todo en el mundo de los espías. Pienso que en ese terreno aún queda mucho por decir. Martínez-Simancas García, aunque decisivo en ciertos aspectos, fue un único protagonista.
Como espía, Martínez-Simancas, tenía encargado el enfrentamiento entre culturas. ¿Hemos avanzado algo en ese sentido?
Creo que, de hecho, hemos dado pasos atrás. Tal como él lo veía, de nada sirve considerarte en una posición superior o inferior. Son tan solo culturas distintas y, si quieres conocerlas, debes sumergirte en ellas. Para ejercer bien su trabajo Martínez-Simancas aprendió árabe y lo hablaba con fluidez. No estamos tan alejados de ese mundo como ahora parecemos pensar, y creo que él se percató de inmediato.
“Marruecos si caía en manos soviéticas tras su independencia, Franco lo iba a tener muy crudo”
¿El dictador Franco ya estaba preocupado por ese choque de culturas?
Creo que lo que principalmente preocupaba a Franco era seguir en el poder. No dudó en ningún momento en utilizar soldados marroquíes durante la contienda que lo llevó a obtener ese poder, tropas que precisamente se convirtieron en una de las fuerzas más temibles de la guerra civil. Luego, Marruecos se transformó por sí mismo en una pieza importante: si caía en manos soviéticas tras su independencia, Franco lo iba a tener muy crudo con un enemigo tan próximo. Más aún debido a que, en la posguerra, los antiguos enemigos (los aliados) eran ahora los salvadores, en particular EEUU, al que no hacía ninguna gracia que Marruecos se inclinara hacia la URSS. De modo que creo que fue un momento clave en la historia de la política española y mundial.
¿Qué tienen de común los espías y los escritores?
Supongo que en algo nos parecemos: queremos saber la verdad, o imaginarla lo mejor posible. Por otra parte, creo que un escritor es, a su modo, un espía de la realidad. Nos gusta observar, mirarlo todo, y contarlo luego de la forma en que nos apetece. En este sentido, podríamos formar parte de una buena agencia de desinformación.
Su novela la podríamos inscribir en el género thriller histórico. ¿Qué elementos de otros géneros tiene?
Creo que también podría ser considerada una obra metaliteraria. No olvidemos que hay un escritor que "lee" la narración de Carvajal y reacciona ante ella, descifrando un enigma que puede tener mucha importancia en la actualidad.
En la novela plantea varios juegos literarios. Tiene dos narradores en primera persona que cuentan la historia en dos periodos temporales distintos. ¿Con cuál de los dos narradores se siente más identificado?
Con los dos. No puedo crear un personaje sin identificarme de algún modo con él. Ángel Carvajal tiene algo de mí, lo mismo que el escritor anónimo de la actualidad.
¿Cuál le ha costado más escribir?
Al principio me costó más el escritor, irónicamente. A Carvajal lo vislumbré enseguida a través de la biografía que leí. El escritor fue un poco como mi Traductor en mi novela "La caverna de las ideas". Alguien que se introduce en una trama aparentemente cerrada, histórica, para desarticularla un poco. Pero luego comprendí que también tenía una personalidad.
La novela sucede durante la Guerra Civil, el franquismo y la actualidad. ¿Qué aporta el tener diferentes espacios temporales?
Algo que creí fundamental, y sigo creyéndolo: no olvidar que la historia es en parte nuestro presente. Nada sucede porque sí, de alguna forma todo se ha ido gestando. Las venganzas, los odios, el rencor, son ese "origen" que es necesario señalar y quise hacerlo así.
¿Le gusta el juego metaliterario de Ángel Carvajal con su manuscrito?
Me apasionó porque me sentí, en parte, leyéndolo yo mismo. Reaccionando a su propia vida. Y, a la vez, reaccionando a la vida de ese escritor que lo leía y que, en cuestión de 24 horas, tenía que descubrir algo, hallar un vínculo entre las palabras y los sucesos. Pero este "juego metaliterario", como lo denominas, también me permitía afirmar algo de lo que estoy convencido: que la historia es la ficción de la memoria, el relato que la memoria se hace a sí misma para tener entidad e identidad. Y como tal, es falaz.
¿Cómo se le ocurrió escribir la historia desde la perspectiva de un muerto?
Hay muchas formas de morir. La que cuenta Ángel Carvajal -y que el lector irá descubriendo poco a poco, es una de ellas.
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